El hielo que forma los icebergs está originado en los glaciares continentales, y por ello pueden alcanzar dimensiones considerables. No procede del agua marina porque el hielo o banquisa que se forma en la superficie del Océano Ártico, por ejemplo, nunca llega a tener un espesor grande, ya que la presión que recibe el agua a varios metros de profundidad es lo suficientemente grande como para impedir que se congele.
El hielo es menos denso que el agua líquida; por eso flota, y por eso, también, no puede formarse hielo a cierta profundidad: más aún, el hielo que se forma en la banquisa del Océano Ártico también está formado por agua dulce y se forma más por escarcha que por nieve, por lo cual procede del agua atmosférica.
El hielo es menos denso que el agua líquida; por eso flota, y por eso, también, no puede formarse hielo a cierta profundidad: más aún, el hielo que se forma en la banquisa del Océano Ártico también está formado por agua dulce y se forma más por escarcha que por nieve, por lo cual procede del agua atmosférica.
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